Traemos con nosotros la programación de tres generaciones para atrás. En nuestro insconsciente traemos toda la programación de todo lo que sucedió en nuestra familia.

 

Esto significa, podemos repetir la historia de nuestros ancestros hasta tres generaciones atrás.

 

Es nuestro deber liberarnos de ella. Al liberarnos, también liberamos a nuestros hijos, nietos y bisnietos. También a nuestros padres, abuelos y bisabuelos.

Cuando sanás tu alma, cuando sanás a ese niño interno y cambiás tu programación mental, limpiás tu árbol genealógico hacia delante y hacia atrás y liberás a todos. Tenés una tarea importante y es la liberación de karma negativo.

Primero por vos, después por los que estuvieron y ya no están y por los que van a venir. Porque no les podés dejarles la carga a ellos…

Tenés que liberarte vos, aquí y ahora. Liberate de esa programación que te lleva a ese niño herido y seguí para adelante. Si tus padres te hicieron sufrir, significa que ellos estaban sufriendo, por lo tanto, sé compasivo. Con rabia, dolor, rencor, tu alma se consume y eso se pasa de generación en generación.

 

Todo es para bien. Lo creas o no lo creas, todo lo que sucede es para tu mayor bien. Cambiá la expectativa que tenés hacia los demás, por la gratitud y toda tu vida va a cambiar.

 

Una vez que pediste perdón, aceptaste el perdón del otro y te perdonaste a vos, podés llegar a la gratitud.

Cuando te das cuenta que en el Universo todo es perfecto, y que todo pasó para tu bien, te das cuenta que no tenés nada que perdonar, sino todo para agradecer. Todo fue perfecto y sucedió para vos.

Puede que creas que sos agradecido porque decís gracias muchas veces en el día, pero si eso no es sentido desde el corazón, no se activa el poder creador de tu vida. Pensá en la palabra gracias, pero que no salga de tu boca, sino que, literalmente salga de tu corazón y cuanta más gratitud sentís, más abundancia vas a recibir.

 

La llave de la abundancia es la gratitud y la llave de la pobreza es la queja.

 

Vas a abrir todas las puertas de tu vida, cuando hacés de la gratitud sincera, un hábito. A través del perdón “limpiás” lo que no querés. Y con la gratitud llenás de lo que sí querés.

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