Tu vida cambia cuando vos cambiás, no cuando los demás cambian.

 

El perdón es la herramienta de liberación más poderosa que existe, pero no podés usarla mientras busques culpables.

Habitualmente estamos acostumbrados a valorar los éxitos, condenando los fracasos. Pero todo es cuestión de enfoque, en donde vos ponés el foco de atención. Cuando considerás un desafío o un fracaso como algo negativo, tratás de evitarlo, perdiendo las bendiciones que lo acompañan. Y contienen el secreto de aquello que vos deseás lograr. Aprendemos y crecemos en los obstáculos. 

 

Por lo tanto, agradezcamos aquello que nos desafía, porque eso hace que saquemos nuestra mejor versión. Y eso se convierte en nuestra mayor bendición. 

 

Tenemos asociado el desafío al dolor. ¿Qué pasaría si asociaras el desafío a bendiciones? A aprendizajes, a crecimiento. ¿Por qué no miramos los desafíos desde la fe?

Sabiendo que son una bendición que con el tiempo les vamos a agradecer. No podemos evitar el dolor. Suceden cosas que no queremos, sin embargo, no salimos siendo los mismos de aquello que no queremos o que nos duele. Va a depender de vos cómo salís.

 

Podés salir angustiado, enojado o podés salir siendo más fuerte, potenciado, feliz… 

 

Cualquiera puede rendirse ante los desafíos, cualquiera puede instalarse en la angustia, en el dolor, en esa relación con tu padre, tu madre, tu hermano, tu tío, y quedar atrapado en esa emoción. Y quedar instalado ahí y decir: “no puedo”. Porque de alguna manera el “no puedo” te defiende del dolor que estás sintiendo.

Porque es válido el dolor, no se puede evitar… El tema es que estás desaprovechando el dolor.

 

Estás perdiéndote la oportunidad de aprender de ese dolor, de capitalizarlo a tu favor y evolucionar. Teniendo fe, sabiendo que el Universo compensa y guarda el equilibrio.

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