Columna de opinión
Es el momento para que despertemos hacia un mundo más empático, compasivo y para que desarrollemos el ser auténticamente solidarios. Ayudándonos mutuamente de alma a alma, de ser humano a ser humano.
Estamos ante una situación de pandemia declarada por la OMS y no sabemos cuándo va a ser la finalización de la misma. Esto nos posiciona ante una situación de incertidumbre, miedo, angustia, y un sinfín de emociones en lo cotidiano.
La realidad, no la podemos cambiar, pero sí podemos decidir y elegir qué posición tomar ante esta realidad que nos atraviesa. El virus existe.
En los inicios de esta pandemia, pasamos por la primera etapa del duelo, la negación. Quedamos atónitos y hasta negábamos esta situación por no poder creerlo. Luego pasamos por el enojo y empezamos lentamente a adaptarnos a esta realidad, para llegar a lo que creo que es un gran aprendizaje para la humanidad: la aceptación de la verdad.
Hay una verdad externa, que es lo que está sucediendo; Hay un virus, estamos en cuarentena, no sabemos cuándo va a terminar la pandemia, no sabemos cuándo va a haber una vacuna. Y una verdad interna; poder conectarnos con nosotros mismos, encontrando nuestras luces y nuestras sombras. Para encontrar cuáles son nuestros deseos, para también aceptar cuáles y cómo son nuestros vínculos, si tenemos o no, la vida que realmente queremos.
Nuestro primer desafío es aceptar que la incertidumbre es un puente entre aquello conocido y lo desconocido; por lo tanto, es una etapa en este proceso. De esta manera, no quedarnos en el pasado ni ir hacia el futuro, nos permite en este aquí y ahora, en este presente, vivir la vida y no sobrevivir. Considero que esta es una llave, que nos permite abrir la puerta a la felicidad.
Nuestro primer desafío es aceptar que la incertidumbre es un puente entre aquello conocido y lo desconocido; por lo tanto, es una etapa en este proceso. De esta manera, no quedarnos en el pasado ni ir hacia el futuro, nos permite en este aquí y ahora, en este presente, vivir la vida y no sobrevivir. Considero que esta es una llave, que nos permite abrir la puerta a la felicidad.
¿De qué manera podemos construir un presente equilibrado en salud física, mental, emocional y espiritual? Siendo flexibles, benévolos con nosotros mismos y con los demás, bajar la autoexigencia. En definitiva, permitirnos ser “seres humanos”.
Crear rutinas con hábitos saludables; entrenar nuestro cuerpo físico, haciendo gimnasia, yoga, bailando. Entrenar nuestra mente hacia pensamientos positivos, hackeando los pensamientos negativos.
¿Cómo hackeamos nuestros pensamientos? Primero, identificando cuándo estamos pensando en forma negativa y en ese momento, poner el foco de atención mental en algo positivo. De qué manera lo hacemos? Utilizando la técnica de “visualización creativa”, imaginando un momento placentero, un momento de felicidad, como si lo estuvieras viviendo realmente. Sintiendo los aromas, escuchando los sonidos, percibiendo la temperatura.
A modo de prevención y no como si fuera una medicación ante un síntoma, la meditación es una herramienta poderosísima. Te permite conectar con vos mismo a través de la respiración. Y así, bajar niveles de estrés, de angustia, de ansiedad, subiendo el sistema inmunológico.
¿Cuántas veces creíste que no ibas a poder atravesar la vivencia que estabas experimentando? Y sin embargo, lo lograste.
Todas las personas tenemos la capacidad de ser resilientes. La resiliencia es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos o a circunstancias traumáticas. Son momentos de gran oportunidad para desarrollar recursos que teníamos latentes y ni siquiera sabíamos que los teníamos. Creo firmemente en la importancia de nuestro poder personal, en esa capacidad de transformar todas las situaciones de vida, en un gran aprendizaje; en esa fuerza interior que te permite transmutar toda experiencia de vida.